📉 Crisis del 2008 y lo que queda
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Camilo Soria
30 de abril de 2025
Recuerdo hace varios años haber visto ‘The Big Short’ y no haber entendido mucho. Y es que es difícil para alguien lejano al mundo de las finanzas entender qué es un collaterized debt obligation o un subprime mortgage y porqué generaron una de las más grandes crisis financieras desde la gran depresión. Para quienes no conocen la película, es sobre cómo cuatro inversionistas apostaron contra el mercado de hipotecas estadounidense tras identificar una burbuja financiera y generar dinero a costa de un inminente colapso. Pero, ¿cómo se formó esta burbuja? ¿Y por qué desató una crisis financiera de carácter global?
Hipotecas subprime
Durante la primera mitad de la década de los 2000, los bancos y entidades financieras en Estados Unidos se embarcaron en una expansión masiva de hipotecas subprime, es decir, préstamos otorgados a personas con bajos ingresos y/o historial crediticio riesgoso. Para poner en contexto, en 2003 estos préstamos representaban alrededor del 8% del total de hipotecas en el país, pero para 2006 habían aumentado a cerca del 25%.

Este crecimiento explosivo de hipotecas subprime fue impulsado por la FED (o el Banco Central de EE.UU.), que entre 2002 y 2005 mantuvo las tasas de interés en mínimos históricos, entre el 1% y 2%. Alentando tanto a compradores a adquirir viviendas como a inversionistas a especular con bienes raíces, creando una dinámica que pronto se salió de control.
El papel de los CDO: la innovación financiera que agravó la crisis
Es difícil competir con el pitch de Jared Vennet (interpretado por Ryan Gosling) utilizando una torre Jenga para explicar la estructura del mercado de bonos y cómo aprovechar la inminente crisis. Siguiendo su analogía, la estructura de los bonos se distribuye por niveles o tramos de riesgo: los bloques inferiores (B) corresponden a los tramos más riesgosos y rentables, siendo los últimos en recibir los pagos y los primeros en sufrir los efectos de un incumplimiento. Mientras que los superiores (AAA), aunque menos rentables, gozan de prioridad en el cobro y una mayor protección frente a los impagos.
Cuando el mercado de bonos comenzó a saturarse con hipotecas subprime, las instituciones financieras recurrieron a reempaquetar estos bonos hipotecarios de baja calidad para promover su venta. Usaron un producto de inversión denominado “obligaciones de deuda colateralizada” (CDO, por sus siglas en inglés) y, de esta forma, lo vendieron como vehículos de inversión “altamente diversificados” y de gran rendimiento.
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En este escenario, las agencias calificadoras de riesgo —responsables de evaluar la calidad de estos activos según sus subyacentes hipotecarios—, fallaron. En lugar de advertir sobre los riesgos inherentes, otorgaron calificaciones excesivamente optimistas a numerosos CDOs, subestimando gravemente su verdadero nivel de riesgo.
Los inversionistas de todo el mundo, atraídos por la promesa de rentabilidades consistentes y por la aparente seguridad de estos instrumentos, comenzaron a acumular CDOs masivamente. Sin embargo, muy pocos advirtieron que estos paquetes estaban compuestos en gran medida por hipotecas subprime.
Para 2005, el mercado de CDOs había alcanzado dimensiones colosales, valorándose en cientos de miles de millones de dólares, incentivando aún más a prestamistas a conceder créditos menos calificados. No obstante, este gigantesco mercado se sustentaba sobre una frágil base: los pagos de personas con una limitada capacidad de solvencia.
(Spoiler: la película es sobre la historia de quienes sí anticiparon esta realidad).
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El incremento en las tasas de interés y la ola de impagos
En 2004, la Reserva Federal comenzó a subir gradualmente las tasas de interés para combatir la inflación. Para 2006, la tasa había alcanzado el 5,25%, elevando significativamente los costos de los pagos hipotecarios de quienes habían obtenido créditos subprime a tasas variables. Ante la imposibilidad de cumplir con las nuevas tasas, muchas personas comenzaron a dejar de pagar y las ejecuciones (defaults) hipotecarias se dispararon:

Entre 2006 y 2008, los precios de las viviendas cayeron más del 30% debido al aumento de las ejecuciones hipotecarias y, por ende, la sobre saturación de oferta inmobiliaria. Con los precios de las viviendas en picada, los bancos ya no podían recuperar el valor de las hipotecas y los CDO comenzaron a perder valor rápidamente. Los bancos de inversión, altamente expuestos a estos activos, comenzaron a sufrir grandes pérdidas, desatando una crisis de liquidez y confianza en todo el sistema financiero.
El colapso de Lehman Brothers y la crisis sistémica
La situación alcanzó su punto crítico el 15 de septiembre de 2008, cuando Lehman Brothers, uno de los mayores bancos de inversión de EE.UU., se declaró en quiebra, cargando con una deuda de US$ 600 mil millones. Este colapso detonó una reacción en cadena que arrastró a otras grandes instituciones, como Merrill Lynch, American International Group (AIG) y Fannie Mae.
Para evitar un colapso total del sistema financiero, el gobierno de EE.UU. implementó el Troubled Asset Relief Program (TARP), un plan de rescate de $700 mil millones de dólares para adquirir activos en problemas y recapitalizar los bancos. La Reserva Federal y otros bancos centrales también bajaron drásticamente las tasas de interés y proporcionaron billones de dólares en estímulos para mantener la liquidez. A pesar de estas medidas, la economía global se desaceleró significativamente y Estados Unidos experimentó una contracción económica de alrededor del 4,3% entre 2007 y 2009, mientras que el desempleo alcanzó niveles cercanos al 10%.
Las reformas posteriores a la crisis
Después de la crisis, los gobiernos y reguladores de todo el mundo pusieron en marcha una serie de medidas para evitar que una situación similar volviera a ocurrir. En específico, en Estados Unidos, la Ley Dodd-Frank se convirtió en el pilar fundamental de estas reformas, reorganizando por completo el sistema de regulación financiera.
Esta ley no solo reasignó responsabilidades entre las agencias existentes, sino que también eliminó algunas obsoletas como la Oficina de Supervisión de Ahorros y creó otras nuevas, como la Oficina para la Protección Financiera del Consumidor (CFPB), con la misión específica de defender a los ciudadanos frente a prácticas financieras abusivas.
Los cambios introducidos exigieron mayor transparencia en los productos financieros, estableciendo límites más claros para las instituciones bancarias y reforzando el control sobre los préstamos hipotecarios.
¿Y Chile 🇨🇱?
Chile, aunque no experimentó la misma magnitud de crisis que Estados Unidos, también tomó medidas para mitigar los efectos de la crisis global. Se utillizó para dar estímulo fiscal, el Fondo de Estabilización Económica y Social (FEES), que es el fondo acumulado de superávit fiscal de cada año, pensado para amortizar déficit y estabilizar la deuda pública. Como referencia, durante el año 2009, la autoridad fiscal, utilizó cerca de un 44% del FEES (~US$ 9.015 millones) en diversos planes de intervención social con intención de amortiguar los efectos de la crisis internacional (Ministerio de Hacienda, 2009). El Banco Central adoptó una política monetaria expansiva, bajando la TPM significativamente.

Si quedaste con ganas de saber más sobre las crisis financieras desatadas por el mercado inmobiliario, te recomiendo este post de Guille sobre cómo saber si estamos en una crisis inmobiliaria.